Era enero de 2013
y estábamos pasando
unos días
en la bella ciudad de
Carlos Paz,
en las sierras de
Córdoba.
Nos habíamos alojado
en un bonito y cómodo
hospedaje
llamado “El Mesón
de la Montaña”.
Como es común a los
turistas,
ciertos días salíamos
a recorrer en automóvil
esos bonitos
paisajes enclavados
en el pintoresco
Valle de Punilla.
Partimos temprano,
por la mañana,
sin saber siquiera
donde pararíamos a almorzar.
Fuimos dejando atrás
lugares como;
Bialet Massé, Cosquín
y Valle Hermoso,
hasta llegar a la La
Falda.
Durante el camino
íbamos recibiendo alternativamente
la luz del sol y la
sombra de gigantes arboledas,
de variadas especies,
que tornaban muy
agradable nuestro paseo.
Allí, en la última
ciudad mencionada,
hicimos un alto con
el objetivo
de descubrir algo más
de lo visto
en anteriores viajes
al lugar.
Por lo tanto
ascendimos por la apacible Avenida Eden
hasta llegar al
antiguo Hotel Eden,
que por muchos años
había permanecido
en estado de abandono
y no era posible visitarlo.
La municipalidad de
La Falda se había hecho cargo
del mítico hotel, que
se encontraba refaccionado
y abierto al público
para su visita,
como también para ser
rentado como
un centro de recepciones y otros eventos.
Un guía nos condujo
por las instalaciones,
relatándonos viejas
historias
que se habían
concebido
durante los años de
vigencia del hotel
hasta el final de sus
días de esplendor.
Así pudimos saber que
fue fundado en el año
1898, culminando su actividad en 1970.
Desde entonces
sobrevinieron años de abandono,
saqueos y maltratos,
hasta que en 1998 fue
adquirido por el municipio local.
Nos contaron de las
visitas ilustres que pasaron por allí,
tanto de nacionalidad
argentina como europea.
Por ejemplo, Arturo
Toscanini, Berta Singerman, Rubén Darío
y los presidentes
Agustín Pedro Justo, José Figueroa Alcorta,
Julio Argentino Roca
y Roberto Ortíz
Hay fotografías
relativas a la presencia de Alberto Einstein en el lugar,
como también se sabe
que Ernesto Guevara de la Serna
se infiltró en dicho
hotel para averiguar sobre posibles actividades nazis
en la provincia de
Córdoba.
Esto fue mucho tiempo
antes de convertirse
en el mundialmente
conocido “Che”.
El establecimiento
pasó por diferentes manos,
siendo los hermanos
Heichhorn los que permanecieron
más tiempo durante
los años de explotación comercial
y se conoce que eran
financistas
del régimen Alemán
del Tercer Reich,
como también amigos
del perverso dictador Adolf Hitler.
Una vez hecha la
visita
donde pudimos
contemplar la suntuosidad del lugar,
adornado con algunas
esculturas de hierro muy bellas
y situadas en el
interior de lo que era
el antiguo salón
comedor y sala de baile;
decidimos irnos para continuar
nuestro itinerario
con un buen y necesario
almuerzo.
Sobre la misma
avenida Eden
Encontramos un
pequeño restaurante
donde pudimos saciar
nuestro apetito.
Al momento de
retirarnos, cruzamos unas palabras
con un señor de unos
65 años, aproximadamente,
el cual nos contó un
poco de la historia
relativa a los
comienzos
de la hoy importante
ciudad.
Nos hizo pasar a un
salón privado
y nos mostró, en sus
paredes, variadas fotografías enmarcadas
donde se podía
apreciar la construcción de hotel,
como también la de las primeras casas
que se instauraron en
el entonces pueblo de La Falda.
Nos reafirmó lo que
ya nos habían contado
respecto a que el
hotel -durante muchos años- transmitía por altavoces
las noticias que
eran, generalmente, relativas al régimen nazi
y a su propaganda.
Siempre con la intención
de tener bien
aleccionados a los pobladores,
quienes solían
colaborar monetariamente
con dinero que luego
era girado a Alemania.
Lo comentado sucedía
en la época en que Hitler
comenzaba a
destacarse como figura política,
hasta el final de los
días del Tercer Reich.
Así, cargados de
información y de cosas que
pese a parecernos inconcebibles
nos generaban una
gran curiosidad,
iniciamos el regreso
hasta nuestro lugar
de alojamiento
en la maravillosa
“Villa Carlos Paz”.
Ya entrada la noche
cenamos en un restaurante de la ciudad
y luego paseamos por
los alrededores
del hermoso “Mesón de
la Montaña”.
El éter estaba saciado
de estrellas
y una espía blanca
nos contemplaba,
fue entonces que te
robé un beso
… mientras tu amor me
arropaba.
Jamás olvidaré ese
instante
de pasión tan
desbordada,
cuando el cielo se escondía
y la luna se callaba.
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Jorge Horacio Richino
Todos los derechos reservados
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Publicado en diversos sitios y páginas web del autor
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