Suavemente se hamacaba
en la grácil mecedora,
al ritmo de sus recuerdos
presentes a toda hora.
Evocando cuando niño
-que todo lo sorprendía-
aquellos felices tiempos
de inocencia y alegría.
Luego corrieron los años
y con otras pretensiones,
llegó a tener una novia
que lo llenó de emociones.
Fue destrabando misterios,
esos que encierra la vida,
se hizo finalmente hombre
y hasta formó una familia.
Tuvo mujer, también hijos
y un empleo respetuoso,
todo andaba sobre ruedas
y se sentía dichoso.
Infortunios no faltaron
para bajarle los brazos,
más pronto se reponía
con esfuerzo, paso a paso.
Llegaron los tiempos duros
que la vida le fue dando,
pero continuó la lucha
con ahínco, sin descanso.
Cuántos recuerdos forjados
cuantos sucesos vividos,
cuánto llanto y cuanta risa
en su extenso recorrido.
Mecíase suavemente
mientras evocaba historias,
que flotaban en su mente
hostigando su memoria.
Se abrió su puño cerrado
que con vigor mantenía,
y el pájaro de su nostalgia
se esfumó aquel nuevo día.
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Autor: Jorge Horacio Richino.
Todos los derechos reservados.
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