Cuando llegue el
final de nuestro ciclo
y en nuestro amor no
haya un soplo de luz.
Cuando lleguemos al
final de ese periplo
y nuestra pasión se
inunde de melancolía,
quedarme no quiero,
ni por un instante,
en el desierto inerte
de nuestra agonía.
Mas si esto ocurre y
no tiene remedio,
te pido seas tu quien
selles nuestro cuento,
ya que no me atrevo a
ser yo el carcelero
que encierre por
siempre ese amor tan bello,
que una vez gozamos y
ahora perdimos
y no supusimos que lo llevaría el tiempo.
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Jorge Horacio Richino
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reservados.
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