En un encuentro
casual llegaste a mí
y me impactó tu
presencia tan divina,
tan suave, tan
cordial, tan femenina
… que fue regalo del
cielo verte a ti.
A menudo que te iba
conociendo
te mostrabas dueña de
bellas virtudes
… de a poco
ingresabas en mis latitudes
y en tus finas redes ya
estaba cayendo.
Hablabas conmigo sin guardar
retazos
… alegre, locuaz, como
una vieja amiga,
creí conocerte de
toda la vida
y sin vacilar, te
ofrecí mis brazos.
Por dicha divina me
los aceptaste
dándome los tuyos con
leve candor,
y en el escarceo de
tal esplendor
te quise hacer mía por
poder amarte.
Vivimos un sueño
perfecto, embriagante
… donde ya callada me
dabas tu boca,
en todos los juegos
fuiste silenciosa,
tal vez disfrutando del mágico instante.
Chispas, luces, rayos
y centellas
alrededor de nuestros
cuerpos brotan
y lentamente las
fuerzas que se agotan
nos dejan cual
recuerdo, sensaciones bellas.
Teniendo en cuenta que esto ya es pasado,
esperando estoy por
una nueva cita.
¡Qué pronto llegue el
día… suerte bendita
… que hoy solo tengo... un recuerdo congelado!
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Jorge Horacio Richino
Copyright
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Poema simultáneamente publicado en:
y otras páginas y ediciones del autor.
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