Recorrí las calles
de la ciudad vacía
y no encontré calor,
ni voces, ni alegría.
Fui siguiendo las huellas
para llegar a tu lado,
pero el tiempo ingrato
se las había llevado.
Tan siquiera ni pude
encontrar otra senda,
y perdido en un abismo
caí en lugares sombríos.
La calidez de tu cuerpo
se negaba a mi ruego,
y lentamente fui arrojando
mis esperanzas al fuego.
Más hundido que nunca
me enfrenté a mi destino,
para entregar mis tormentos,
mi soledad...mi delirio.
Quise traficar mi alma
en la feria de los olvidados.
Quise cobrar con afecto
pero no me pagaron.
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Autor: Jorge Horacio Richino
Todos los derechos reservados
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