Todo peregrino que tuviese por destino la Tierra Santa, recibía de parte de los Caballeros Templarios la bendición que se puede leer aquí abajo.
A veces ocurre que salimos de la palma de la mano del Señor y lo hacemos por propia voluntad, atraídos por el espíritu del mal o quizás porque esa esencia ya habita en nuestro ser; y tan sólo un milagro la puede retirar.
Mefistófeles siempre fue malo y lo seguirá siendo. La vida está llena de demonios.
El Escritor de la Web
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