Fue así como lo cuento. Esa era la sensación que tenía.
Sorprendido por su reacción hacia mi, a mi modo de ver injusta, logró que me temblara el cuerpo, que mis músculos se crisparan y que mi cerebro ardiera como hoguera incandescente en el esplendor supremo de su llamaradas.
Tomé mis cosas y me fui, agobiado por el dolor y la tristeza.
No hubo forma de componerme durante todo ese día. Después un agua de calma fue apagando lentamente el fuego, y pasado un breve tiempo todo volvió a su cauce habitual.
No es bueno atravesar por estos momentos. Tampoco es bueno perder las horas de nuestras vidas sin disfrutar a pleno de nosotros, de nuestra compañía. Pero el destino se empeña en que la sonrisa no siempre se encuentre dibujada en nuestros rostros y que nuestros corazones no puedan dejar de lucir los remiendos que el pasado nos ha dejado.
¡Ojalá sepamos ser felices! ... El tiempo, sólo el tiempo lo podrá decir.
Cuento breve - por Jorge Horacio Richino Verdaguer.
Podrás leer la versión grotesca de esta breve cuento en el siguiente enlace:
http://jorgerichino.blogspot.com.ar/2013/03/me-explotaba-la-capocha.html
Podrás leer la versión grotesca de esta breve cuento en el siguiente enlace:
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